Clasificación: Fragmento
Autor: 19SaGaX91
…Lily nunca me daba el sí, pero cierto que, salvo esa formalidad, en todo lo demás parecíamos enamorados. Nos cogíamos de la mano en las matinées del Ricardo Palma, el Leuro, el Montecarlo y el Colina, y aunque no se pudiera decir que en la oscuridad de las plateas tiráramos plan como otras parejas antiguas – tirar plan era una fórmula en al que cabían desde los besos anodinos hasta los chupetazos lingüísticos y los malos tocamientos que había que confesarle al cura los primeros viernes como pecados mortales, Lily me dejaba besarla, en las mejillas, en el borde de las orejitas, en la esquina de la boca, y a veces, por un segundo, juntaba sus labios con los míos y los apartaba con un mohín melodramático:”No, no, eso sí que no, flaquito””.”Estas hecho un becerro, flaco, estas azul, flaco, te derrites de tanto camote, flaco”, se burlaban mis amigos del barrio. Jamás me llamaban por mi nombre -- Ricardo Somocursio --, Siempre por mi apodo. No exageraban lo más mínimo; estaba templado de Lily hasta el cien.
A Lily le gustaba ir todas las tardes a esa esquina del Parque Salazar alborotada de palmeras, floripondios y campanillas desde cuyo murito de ladrillos rojos contemplábamos toda la bahía de Lima como contempla el mar el capitán de un barco desde la torre de mando. Si el cielo estuvo siempre sin nubes y el sol brillo sobre Miraflores sin fines del océano, el disco rojo, llameando, despidiéndose con rayos y luces de fogueo mientras se ahogaba en las aguas del Pacifico. La carita de Lily se concentraba con el mismo fervor con que iba a comulgar en la misa de doce de la parroquia del Parque Central, la vista fija en aquella bola ígnea, esperando el instante en que el mar se tragara el último rayito para formular el deseo que el astro, o Dios, materializarían. Yo pedía un deseo también, creyendo sólo a medias que se haría realidad. Siempre el mismo, por supuesto: que me dijera por fin que sí, que fuéramos enamorados, tiráramos plan, nos quisiéramos, pasáramos a novios y nos casáramos y termináramos en París, ricos y felices…
Fragmento de: “Travesuras de la niña mala”/Mario Vargas Llosa(2006)
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